Encuadernar (lit. “formar cuadernos”) el acto de unir y coser varios cuadernos y ponerles cubiertas para formar un volumen (Voc. Nº 611.01), y encuadernación es el resultado de dicha actividad. Es la última operación que se realiza en el códice, con la cual quedaba completo, y sirve para mantener los cuadernos unidos, ordenados y protegidos, pero también podía añadir decoración y lujo al códice. Aunque a decir verdad, sabemos que algunos libros circularon sin encuadernar, o con los cuadernos cosidos entre sí, pero sin tapas ni cubierta.
En Codicología el estudio de las encuadernaciones es relativamente reciente por varios motivos. El primero es que se han conservado muy pocas encuadernaciones originales. Por ejemplo, de los más o menos 4700 códices griegos que posee la Biblioteca Vaticana solo 94 han conservado su encuadernación original, exiguo número, incluso si le añadimos las 18 encuadernaciones que se han conservado separadamente de los manuscritos que preservaban. Además, ninguna de las encuadernaciones conservadas es anterior a los siglos IX-X.
La pérdida de las encuadernaciones originales se debe en parte a que el uso del libro hace que los vínculos que unen los cuadernos se rompan y que se haga necesaria una reencuadernación, pero sobre todo porque muchos de los grandes coleccionistas bibliófilos querían tener sus colecciones encuadernadas de un modo uniforme e hicieron reencuadernar muchos libros. E incluso hasta hace unas décadas las restauraciones de manuscritos no contemplaban la encuadernación, y de hecho muchas encuadernaciones acabaron en la basura. Y si la encuadernación recibía alguna atención era en relación a los motivos ornamentales de las cubiertas, no a la parte estructural del libro en sí.
De hecho, los estudios sobre encuadernación, desde un punto de vista codicológico, empiezan tan solo a mediados del siglo XX. Con anterioridad solo ocasionalmente se consideraban las encuadernaciones desde un punto de vista artístico, como una faceta más de las “artes menores”.
En la actualidad el modus operandi codicológico, como en otros aspectos del estudio del manuscrito, pretende reconstruir el proceso técnico seguido en cada época. Además, la encuadernación nos puede proporcionar información muy valiosa sobre el origen del libro, o al menos sobre algunos de sus poseedores.
Y aquí nos encontramos con una curiosidad: para estudiar la encuadernación de un manuscrito lo ideal es que esta esté deteriorada en alguna medida, porque ello dejará expuestas sus elementos estructurales, que cuando la encuadernación está en perfecto estado quedan ocultos.
El momento ideal para estudiar la encuadernación de un códice es cuando este se desmonta por completo para proceder a su restauración. Sin embargo, es muy difícil que las bibliotecas permitan el acceso de los investigadores a los laboratorios de restauración, por lo que esta posibilidad queda en la práctica solo abierta a los restauradores.