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5. Composición de la página

5.3. Legibilidad y economía en el diseño de la página

La organización de la página depende en buena medida de la necesidad de combinar economía y legibilidad: un manuscrito será tanto más económico cuanto mayor sea el número de caracteres por página, pero un excesivo número de caracteres (por ejemplo, las letras muy pequeñas y las líneas muy juntas) puede causar un detrimento en su grado de legibilidad. Por tanto, en buena medida será la funcionalidad la que dicte el diseño, y esta depende de encontrar un difícil equilibrio entre economía y legibilidad.

La legibilidad no debe entenderse como simplemente el reconocimiento de los signos constitutivos de la escritura, sino de la diferenciación más o menos acusada de esos signos. También engloba la legibilidad de la página, es decir, la posibilidad de asegurar correctamente la lectura secuencial del texto, línea tras línea.

Independientemente de las dimensiones absolutas del libro (que obviamente dependerán del uso que se le asigna), la funcionalidad puede expresarse a través de una serie de valores apreciables en la superficie de la página1.

Número de columnas

Aunque se conservan algunos manuscritos copiados a tres o más columnas, la inmensa mayoría de los códices medievales se copiaron o a línea seguida (esto es, una única columna que ocupa toda la anchura de la caja de escritura) o a dos columnas.

Codex Sinaiticus, s. IV.
Uno de los testimonios más antiguos conservados de un libro copiado en cuatro columnas.
http://codexsinaiticus.org/en/img/Codex_Sinaiticus_open_full.jpg

En opinión de Bozzolo y sus colaboradores, el paso a la página de dos columnas está en el corazón del conflicto entre densidad y legibilidad, en el sentido en que constituye un buen indicio para sospechar que se ha alcanzado el umbral de legibilidad, pues de hecho es un medio para resolver ese problema.

En primer lugar, es fácil demostrar que las fluctuaciones diacrónicas del reparto de ambos tipos de impaginación no son debidas ni al azar ni a las variaciones de un hipotético gusto colectivo. Las diferentes unidades de pautado2 experimentan tratamientos diferentes y permiten enunciar la ley según la cual, estadísticamente, cuanto más pequeña es la unidad de pautado, más rápidamente se produce el paso a una impaginación a dos columnas. En la práctica, sin embargo, ciertas unidades de pautado se utilizan solamente en impaginaciones a línea tirada, porque el umbral del cambio se sitúa más allá de los límites dimensionales de esos volúmenes. Por otra parte, apreciamos también que las unidades de pautado más pequeñas se utilizan solo en impaginaciones a dos columnas.

Disposición del texto: modelo teórico de la “Ley” de repartición.
Abscisas (eje horizontal): altura de la caja de escritura;
ordenads (eje vertical): número de líneas.
El área delimitada por los ejes A, B y C y por las unidades de pautado de 2,5 y 12 mm
representa el campo de observación real.
Las dos curvas (en trazo continuo para las líneas tiradas y punteado para dos columnas)
determinan los valores máximos de la explotación de la página
para cada una de las dos disposiciones..

Cada caso concreto viene a inscribirse dentro de este modelo, que permite explicar variaciones diacrónicas a favor de una impaginación determinada. Basta que las dimensiones medias del manuscrito aumenten de forma considerable –como fue el caso de Francia a mediados del siglo XII– para que los manuscritos presenten más a menudo una impaginación a dos columnas. El mismo fenómeno tiene lugar si las unidades de pautado de uso general son reemplazadas por otras unidades más pequeñas.

Pero estas modificaciones dimensionales no son las únicas causas posibles de fluctuación. Para la misma unidad de pautado el cambio de una impaginación a otra será más rápido según el tipo de escritura. Así, por ejemplo, para una unidad de pautado de 4 mm se tarda más en pasar de una impaginación a línea tirada a otra impaginación a dos columnas si la escritura utilizada es una littera antiqua que si se trata de una cursiva caligráfica francesa de principios del siglo XV, mientras que el cambio será casi instantáneo si el tipo de letra es una gótica universitaria parisina del XIII. Es pues evidente que a igual unidad de pautado los tipos de escritura que permiten distinguir mejor las líneas aumentando la distancia vertical de ojo a ojo tardan más en obligar al artesano a disponer su texto en dos columnas.

Si se tiene en consideración el que la principal diferencia entre la impaginación a línea tirada y a dos columnas reside sobre todo en la longitud de las líneas, debemos concluir que una longitud excesiva de las líneas constituía, desde el punto de vista del artesano, un obstáculo mayor para la buena lectura del texto. Aun sin analizar todos los mecanismos de la lectura, se comprende fácilmente que la concentración del texto sobre el eje horizontal perjudica la legibilidad, porque por una parte aumenta la porción del texto que el copista debe conservar en su “memoria temporal” para permitir la vuelta correcta a la línea siguiente. Si el copista quiere evitar este problema no podrá hacer otra cosa que incrementar el tamaño de la escritura, disminuyendo de este modo el número de letras en cada línea, lo que provocará además una serie de fenómenos en cascada: aumento de la altura de los caracteres, aumento de la unidad de pautado y disminución del número de líneas en la página, con lo que en definitiva la cantidad de texto por unidad de superficie disminuye.

Pero si en lugar de impaginar su página a línea tirada el copista emplea dos columnas puede preservar la legibilidad del texto sin comprometer el rendimiento de su página, con la única contrapartida de que aumentan las posibilidades de saltar “de mismo a mismo”.

En estas condiciones comprobamos que durante el período monástico la diferencia de rendimiento entre ambos tipos de impaginación es poco acusada, lo que pone de manifiesto que en este periodo las posibilidades de la disposición a doble columna todavía no han sido explotadas. La situación cambia radicalmente en el curso del siglo XIII, cuando la impaginación a doble columna, impuesta por la disminución de la unidad de pautado y favorecida por la morfología del tipo escriturario gótico universitario, permite una explotación intensiva de la página en los manuscritos de pequeño tamaño sobre todo, pero también en los volúmenes de grandes dimensiones, porque el empleo de columnas dobles permitía emplear tipos de letra mucho más pequeños que los que se habían empleado hasta entonces en volúmenes de dimensiones semejantes.

En este sentido cuanto menos, el balance de la disposición a doble columna es indiscutiblemente positivo, ya que permite una mejor utilización del espacio, sin que esto afectase significativamente a los niveles de legibilidad.

Coeficiente de llenado de la página o “negro sobre blanco”

El coeficiente de llenado de la página (coefficient de remplissage) es la relación entre la parte escrita y la superficie total de la página, es decir, la relación entre “blanco” y “negro”. La fórmula del coeficiente de relleno es:

Superficie total de la página / superficie de la caja de escritura

El resultado siempre será un número decimal mayor que 0 y menor que 1 (el 1 indicaría la utilización de la totalidad de la página).

El coeficiente de llenado de la página es inversamente proporcional a la anchura de los márgenes: a mayor anchura de los márgenes, menor será el coeficiente de utilización.

El mencionado estudio de Carla Bozzolo y sus colaboradores, realizado fundamentalmente sobre libros de procedencia francesa, ha producido el siguiente gráfico relativo a la evolución del coeficiente de llenado de la página a lo largo de los siglos medievales:

Evolución del coeficiente de llenado de la página (excluidos manuscritos litúrgicos) en el mundo latino.
La línea continua indica la evolución de los manuscritos a línea seguida.
La línea de puntos la de los manuscritos a dos columnas.

Dado que prácticamente ningún catálogo indica la anchura del intercolumnio, en los estudios realizados en este sentido el intercolumnio se cuenta como parte de la “mancha”, lo que produce un cierto margen de error en los resultados. Los sucesivos refilados durante los procesos de reencuadernación añaden nuevos margen de error, también en favor de la “mancha”.

De todos modos, a pesar de lo parcial de los resultados por la limitación de la muestra, en el mundo latino los ejemplares más antiguos presentan una impaginación bastante compacta, con márgenes relativamente estrechos.

Una primera mutación se verifica en el manuscrito de época carolingia, en el que se observa una reducción del espacio escrito en relación a los márgenes, sobre todo los laterales (ya que el libro tiende a formatos más cuadrados). Este ensanchamiento de la página y reducción del coeficiente de relleno es posterior al desarrollo del tipo escriturario conocido como escritura carolina.

Una segunda mutación se verifica hacia finales del siglo XIV y comienzos del XV, con un nuevo acrecentamiento de los cuatro márgenes, que en algunos casos llegan a ocupar solo 30% de la página, como sucede en la Ética de Aristóteles, Vat. lat. 2098. El fenómeno de “aireación de la página” podría atribuirse a la necesidad de reservar un espacio para las notas y comentarios, pero también a una mejora del nivel de fabricación del libro de pergamino en paralelo a la gradual difusión del papel como soporte librario, que en general tiende a mantener una tasa mayor de relleno, aunque parece ir reduciéndose también paulatinamente.

El “desperdicio” de espacio llega a su nivel más alto en los manuscritos humanísticos italianos, que tienen un coeficiente de llenado de la página de poco menos del 0.3 (o 30%), lo que seguramente tiene que ver con los cánones de elegancia del periodo.

Curiosamente, el fenómeno contrario se aprecia en el libro impreso, en el que se percibe un aumento del negro sobre el blanco, al menos entre 1484 y 1488.

Un fenómeno que se constata en las diferentes épocas es que el coeficiente de llenado de la página es inversamente proporcional al nivel de calidad del manuscrito, y por tanto puede decirse que la amplitud de los márgenes en buena medida depende de la categoría social del público al que el libro está destinado.

Coeficiente de explotación de la página

El coeficiente de llenado de la página se refiere simplemente a la extensión relativa de la caja de escritura, pero no aclara nada sobre la densidad de la “mancha”. Para calcular esta última el mismo equipo de codicólogos franceses e italianos ha desarrollado el concepto de “coeficiente de explotación” (coefficient d’exploitation de la page), que se refiere a la densidad de los caracteres en el interior del texto (=negro), y depende en buena medida de la morfología de la escritura.

Dando por hecho que existe una correlación entre la unidad de pautado y la altura de los caracteres y que una correlación análoga se establece entre la anchura de los caracteres y su altura, podemos dividir la superficie de la caja de escritura en un cierto número de pequeños cuadrados cuyo lado es la unidad de pautado. Obtendremos así un coeficiente de explotación en valor absoluto. Para poder comparar entre libros de tamaños diferentes además habrá que dar a este coeficiente un valor relativo, lo cual se obtiene hallando la proporción del coeficiente absoluto con respecto a la superficie de la página.

La fórmula es la siguiente :

CEx = (s/u2)/S

Donde:

  • s = h x l = superficie de la caja de escritura
  • S = H x L = superficie de la página
  • u = unidad de pautado = altura de la caja de escritura / número de líneas (h/n)

Y como u = h/n, la fórmula puede también expresarse así :

CEx= ln2/hS

Como las dimensiones están expresadas en milímetros, se puede multiplicar el resultado por 104 reducirlas a decímetros cuadrados y obtener así valores más fácilmente legibles.

Desde luego este coeficiente constituye solo una expresión aproximada de la densidad de la escritura, no de la del texto, para la cual habría que tener además en consideración el número de abreviaturas. Pero de todos modos ofrece una posibilidad de cuantificación conveniente para un tratamiento estadístico, al menos dentro del mismo sistema gráfico o incluso dentro de sistemas gráficos vecinos.

La evolución del coeficiente de explotación de la página en los manuscritos de origen francés está representada en el siguiente gráfico, en el que la línea continua recoge los valores de los manuscritos a línea tirada y la línea de puntos los de los manuscritos a dos columnas.

Evlución del coeficiente de explotación de la página en manuscritos de origen francés.

Las curvas del gráfico ofrecen mucha más regularidad que las del gráfico que representa el coeficiente de llenado. Esto no es sorprendente si se considera que la explotación de la página aumenta tanto más rápidamente cuanto que disminuye la unidad de pautado, mientras que la anchura de la caja de escritura tiene mucha menos influencia. En efecto, según la fórmula que se ofrece más arriba, la función que relaciona al coeficiente con el primer factor es cuadrática, mientras que la que lo relaciona con el segundo es lineal.

Pero si hay algún rasgo que se revela a través del gráfico es el tremendo aumento del coeficiente de explotación de la página que tiene lugar en el siglo XIII para ambos tipos de impaginación, pero sobre todo para la impaginación a doble columna. Este aumento se prolonga hasta mediados del siglo XIV y tomado en su conjunto supone hasta un 150% de los valores iniciales.

Desde un punto de vista histórico se constata fácilmente la coincidencia temporal con la generalización del mercado librario en los ambientes urbanos, y sobre todo universitarios. Pero al fenómeno se le pueden dar dos interpretaciones diferentes: una de tipo cultural y otra de tipo económico. Por una parte, el cambio cultural que se produce con el desarrollo de las universidades habría provocado la necesidad de condensar largos textos en una forma compacta y portátil, destinada al uso individual. Y de hecho asistimos en el siglo XIII a la generalización de textos muy largos convertidos en libros de pequeño formato, entre los cuales la Biblia, en la versión revisada en la universidad de París, resulta paradigmática. Pero la explotación intensiva de la página en estos pequeños volúmenes no constituye en sí misma una novedad, ya que también antes encontramos manuscritos pequeños, es verdad que con unidades de pautado mayores que las de los manuscritos universitarios, pero todavía menores que las de sus contemporáneos más grandes.

La novedad reside sobre todo en la adopción de módulos de escritura más pequeños, con coeficientes de explotación que en ciertos casos llegan a sobrepasar las 1000 u2 / dm2, muy superiores incluso a las de los primeros impresos. Para ofrecer una idea concreta de lo que representa esta cifra, la página en octavo de un manuscrito de este tipo en letra gótica contiene la misma cantidad de texto que el de un libro gran in-folio en littera antiqua impreso antes de 1480.

Si se examina ahora el siguiente gráfico, en el que se consideran aparte los manuscritos grandes y los pequeños (fijando la frontera entre ellos en 180 mm de altura para la caja de escritura), comprobamos que el aumento del coeficiente de explotación se experimenta en ambos formatos. Y este es un hecho difícil de entender si se consideran simplemente las exigencias textuales. Porque para un libro de pupitre la necesidad de condensar el texto en un solo volumen era mucho menos imperiosa. Aun así, siempre está la cuestión económica, ya que el ahorro en material escriptorio se revela como considerable.

Evolución del coeficiente de explotación en los manuscritos de origen francés.
Línea continua gruesa= manuscritos “grandes” a línea tirada;
línea de puntos gruesa = manuscritos “grandes” a dos columnas;
línea continua fina = manuscritos “pequeños” a línea tirada;
línea de puntos finos = manuscritos “pequeños” a dos columnas.

Pero todavía se impone una observación de otro orden. Como muestra el gráfico, la explotación de la página se intensifica más significativamente para los manuscritos pequeños que para los grandes, y dentro del mismo tamaño más para los manuscritos a dos columnas que para los manuscritos a línea tirada. Y esta observación vuelve a plantear el problema de la interacción entre la morfología de la escritura, la densidad de los caracteres y la legibilidad.


1. En este apartado seguimos a Carla Bozzolo, Dominique Coq, Denis Muzerelle, Ezio Ornato, “Noir et Blanc. Premiers résultats d’une enquête sur la mise en page dans le livre mediéval”, in Cesare Questa & Renato Raffaelli (ed.), Il libro e il testo. Atti del Convegno Inernazionale, Urbino 20-23 settembre 1982, pp. 195-221-

2. “Unidad de pautado” (unité de réglure) es la distancia media entre líneas, medida en milímetros.