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5. Composición de la página

5.5. El valor de los márgenes

La relación entre las dimensiones de la página y las de la caja de escritura determinan la anchura y altura de los márgenes. Pocas veces los márgenes han recibido atención1. La práctica habitual de los catalogadores es un reflejo de la tendencia espontánea a subordinar la parte “blanca” de la página a la parte escrita, ya que es esta última parte la destinada a transportar la información. Desde esa perspectiva, los márgenes son considerados como “no-texto”, y sobre todo si carecen de decoración son “tierra de nadie”, y a lo sumo serán considerados como portadores de glosas u otros signos de lectura, pero nunca como parte del diseño de la página.

Pero no era esta la visión de los maestros de escriptorio medievales, o al menos eso da a entender una glosa hallada en el folio 2 del Ms. Paris, BN de France, Lat. 11884 ("receta de Saint-Remi")2, donde las proporciones de los márgenes en relación al tamaño total de la página y al de la caja de escritura aparecen cuidadosamente indicadas:

Taliter debet fieri quaternionis forma, quinta parte longitudinis, quarta atitudinis. Quintam partem da inferiori vel anteriori margini, et ipsam quintam partem diuide in .III. et dabis .II. superiori. subtracta .I. Rursus ipsas .II. partes divide in tres, dabisque duas posteriori margini subtrahendo unam. Huic compar erit si media interfuerit. Lineas vero iuxta rationem scripturae divides, quia maior scriptura latioribus, minor autem strictioribus lineis indiget.

Según esta receta, la superficie total de la página (100% x 80%) queda dividida en:

  • Caja de escritura: 662/3 % x 511/9 %
  • Margen inferior: 20 %
  • Margen superior: 131/3 %
  • Margen exterior: 20 %
  • Margen interior: 88/9 %
"Receta de Saint-Remi".

Por supuesto, no todos los manuscritos medievales siguen necesariamente esta pauta, y dada la falta de datos en los catálogos actuales es imposible ofrecer ningún tipo de tendencia. Pero incluso si las medidas de los márgenes aparecieran en los catálogos habría que tener en cuenta que con frecuencia las medidas originales serían algo más grandes, sobre todo en los casos (que son la mayoría) en los que los manuscritos en cuestión hayan sido reencuadernados, ya que los encuadernadores acostumbraban a igualar los cantos de los libros cizallándolos o guillotinándolos, por lo cual es fácil que cada encuadernación se haya llevado al menos uno o dos milímetros por cada lado.

Aparte de las medidas de los márgenes, una característica casi general tanto de los libros manuscritos como de los impresos es que los márgenes inferior y exterior son más anchos que el superior y sobre todo que el interior. Es decir, la caja de escritura no está centrada en la página, sino desviada en dirección del ángulo superior interior.

Por supuesto, hay razones prácticas para esta disposición: los márgenes interiores, al contrario que los demás, nunca sufrirán disminuciones causadas por los encuadernadores, y sin duda los diseñadores medievales tenían también en cuenta (al menos en los libros de tamaño reducido) el hecho de que muchas veces los bordes de la piel (que necesariamente caen en los bordes de la página) producen un pergamino de peor calidad, en el que es más difícil escribir, por no mencionar que el lector tiende a sostener el libro en sus manos por la parte inferior y externa.

Pero más allá de los aspectos prácticos, el efecto visual que produce esta disposición es especular, y el lector percibe inmediatamente la simetría de las dos páginas del libro abierto, que de este modo se relacionan visualmente entre sí, mucho más estrechamente que si ambas cajas de escritura estuviesen dispuestas sin más en el centro de la página.

Además, dentro de la tendencia general que acabamos de mencionar, se verifica la existencia de otras dos tendencias en la “geometría de los márgenes”, pues el margen inferior tiende a tener la misma anchura que el margen exterior, y el superior la misma que el interior. Y hablamos de tendencias (en plural) y no tendencia, porque si bien nada impide en teoría que ambas igualdades tengan lugar simultáneamente, en la práctica es raro encontrarlas juntas, a pesar de que por separado se hallan en áreas y períodos de uso bien definidos3.


1. Una excepción es Curt F. Bühler, “The margins in medieval books”, The Papers of the Bibliographical Society of America 40/1 (1946), pp. 32-42; y Marilena Maniaci & Ezio Ornato, “Intorno al testo. Il ruolo dei margini nell’impaginazione dei manoscritti greci e latini”, Novi Annali della Scuola Speciale per Archivisti e Bibliiotecari 9 (1995), pp. 175-194 (rep. en La face cachée du livre médiéval…, pp. 457-471).

2. Fue publicada originariamente por Edward K. Rand, en su Studies in the Script of Tours, II. The Earliest Book of Tours, Cambridge, Mass., The Mediaeval Academy of America, 1934, p. 88, y puede encontrarse reproducida en varios manuales de Codicología.

3. Marilena Maniaci & Ezio Ornato, “Intorno al testo”, p. 469.